Reforma interior de antigua fábrica para uso hostelero y museístico.
Situación: Torres de Albarracín, Teruel.
Superficie construida: 320 m² m2
Año: 2018
Constructor: Baublesa S.L.
Fotografía: David Muniesa
La Harinera del Carmen, en Torres de Albarracín, fue uno de los principales motores económicos de la Sierra de Albarracín, generando gran cantidad de puestos de trabajo y dinamizando la economía de la zona. Esta antigua fábrica de harinas cesó su actividad en el año 2007 después de 65 años de funcionamiento continuado. La maquinaria que la compone ha sufrido varias remodelaciones a lo largo de su historia, llegando a nuestros días con elementos de diferentes épocas que forman un conjunto heterogéneo, que ha perdido su imagen original.
La intervención, que afecta a la nave central y a los almacenes al Este, propone la creación de un bar-museo en estos espacios para que sigan siendo un generador de actividad, pero adaptándose a las nuevas condiciones sociales y económicas de la zona, en las que el turismo se ha convertido en uno de los sectores más influyentes.
El edificio existente tiene la estructura típica de las antiguas harineras, con unos espacios organizados en función del circuito o proceso que sigue el trigo hasta que se convierte en harina. Esa lógica productiva es uno de los valores más importantes que definen la forma del lugar, y se ha pretendido ponerla en valor desvistiéndola de acabados o elementos superfluos que ya no son necesarios en el nuevo uso del edificio.
Para ello, se han modificado algunos elementos clave como el forjado que existía entre la planta baja y la primera o el silo de almacenamiento que se ha convertido en la gran lámpara central bajo la que se encuentra la barra. El espacio se hace muy amplio y fluido, invitando al visitante a mirar hacia arriba y dignificando la percepción del conjunto.
Los principales espacios en los que se interviene son la nave central de la harinera, que alberga toda la maquinaria industrial del conjunto, y la nave de almacenes al Este. En esta nave, se crea una estructura colgada del techo para albergar la colección de pliegos de plantas que poseía el municipio, creando así un herbario de más de 600 ejemplares de la zona. Esta estructura es móvil y permite diferentes usos dentro de este espacio, dejando libre toda la planta y exponiendo los pliegos bajo la cubierta.
El uso museístico del herbario y el que supone la exposición de los espacios de la maquinaria, se ven apoyados por una actividad económica, como es el Bar cafetería para generar un conjunto vivo que aporta un nuevo motor de actividad al municipio.